SIN MIEDO AL BRUJO

Vélez-Blanco 21 marzo 2010

Estas cosas dan un poco de miedo. La falta de una explicación lógica y racional hace que al miedo se le una un poco de curiosidad. No todos los espíritus son malignos; ahí tenemos el espíritu mastrinkais que es referente para los bikers. Si hablamos de brujas, las preferimos rubias con falditas y no viejas con grano en la nariz, je je. Y ya que las bicis nos tienen hechizados, vayamos a conocer al señor brujo de la comarca de los vélez.
Todos conocéis a Carlitos (aunque sea de leídas en el blog), el fugitivo de siempre. Lo habéis visto reír en senderos donde los demás nos acojonamos. Cuantos más obstáculos se presenten mas ganas le pone a los descensos. Un mal de ojo, no puede ser otra cosa, evitó su presencia en la prueba. El brujo aparecía con forma de inofensivo bordillo para lanzarlo al suelo y dejarlo mermado físicamente. Un bordillo… quien lo iba a decir.
Kiko es entonces el único dondebiker que se acude a la cita. Tiene claro que no quiere enfadar a ese señor pero, si se descuida, intentará vencerlo.
El primer conjuro llama a la lluvia para que prepare el terreno y nos acompañe en el lance. Su objetivo no era el frío y tampoco calaba en demasía. ¿Qué se traerá entre manos?
Todos los compañeros ultiman detalles para afrontar su encuentro con el brujo. Los mastrinkais quieren formar parte de la primera línea de combate. Los del uno uno optan por la poción mágica (llámese viandas de todo tipo y postres regados con ron) consumida la noche anterior.
Segundo conjuro… el brujo nos quiere desorientar. Salimos del pueblo en pelotón y poco a poco nos coloca en fila de a uno. Regresamos al pueblo y circulamos por calles estrechas de fuertes pendientes que nos llevan a saludar al castillo. Bajadillas varias, bicis al hombro para trepar y otra vez en las calles del pueblo pero cada vez menos compañeros alrededor.
Empezamos a notar las consecuencias de la lluvia. Salpicaduras de barro inundan la cara, apagan las gafas y joden los ojos… jodio brujo.
La precisión y control de la bicicleta deben ser las armas con las que luchemos en muchos tramos. Unos bikers se desenvuelven realmente bien. Otros salvamos el tipo como podemos. Los planes del brujo pasan por cambiarnos constantemente los terrenos por donde circular. Había magia en la ruta.
En la rambla empiezan a hacerse aliados. Unidos tendremos más posibilidades. La ruta continua entre pinares y el suelo comienza a hacerse viscoso. Las maldiciones empiezan a recoger frutos. Las bicicletas no funcionan bien y empiezan a quejarse.
Por fin el avituallamiento. Un respiro antes de afrontar el tramo final. ¡Pero vamos!, dejad ya de comer y beber, jajaja.
Tenemos que dar lo mejor de nosotros en las rampas que siguen. La gente se queda. ¿se queda o se baja de la bici? ¿Esto que es? La última maldición se hace presente. Ya sabemos que es, no poder controlar ni siquiera el pedaleo y sientes que tu bici está completamente embarrada. Barro hasta los tobillos, barro en los ojos, barro en el desviador, barro en los frenos. Las ruedas no giran. Cuesta abajo nos quedamos frenados. El barro no sale, siempre hay mas barro, las manos son barro, barro, barro, barro… Las cadenas ceden y se producen multitud de abandonos. No se puede cambiar de piñones ni de plato. Esto es magia negra.
Aparece el momento de debilidad del brujo. Un curso de abundante agua nos va a dar la oportunidad de vencerlo. Sin pensarlo nos metimos hasta dentro. Río arriba el barro desaparecía aunque había que estar atento de no caer en alguna ‘piscina’ natural, je je.
Otro tramo superado. Otra vez asfalto. Ya llegamos a meta. Felicitaciones entre todos. Las caras, aunque embarradas, muestran felicidad. Habíamos vencido al brujo. Los optimistas se alegraban además del tratamiento facial que habían conseguido gratis, ja ja.
Yo creo que en el fondo, el brujo se alegró también de que le hubiéramos vencido. Seguro que anda en bici.
Buenísima organización y total entrega del pueblo con su prueba. Esos pequeños detalles la hacen aun más grande.